domingo, 28 de abril de 2013

Ya estamos aqui!

Llegamos ayer 27 de abril de 2013 a las 20:00, despues de un vuelo con KLM sin incidencias. Son ocho horas de vuelo, y como la diferencia horaria con Holanda es de seis horas, aterrizas en JFK dos horas despues de la hora de salida de Schiphol.

Para llegar a Manhattan habiamos mirado los minibuses compartidos de Airlink y de Shuttle noseque, o lo que costaba un private ride, y al final nos decidimos por coger un taxi, que total es tarifa fija, y no te dan rodeos ni tienes que esperar a que lleguen otros pasajeros.

El taxista era de Bangladesh, y comento que uno de los responsables de la fabrica que se habia derrumbado hacia pocos dias estaba en busqueda, y se sospechaba que era culpable de la tragedia, al haber obligado a continuar trabajando en unas instalaciones que ya habian sido clausuradas por sus condiciones peligrosas. Hoy leo que el individuo en cuestion es un empresario catalan, glubs!

No habia casi trafico, y en una media hora llegamos al hotel: el AKA Times Square. Nos dieron un apartamento en la planta 10, subimos, abrimos la puerta, entramos al salon y, OOOOOOHHHHH, SE VEN LOS LUMINOSOS DE TIMES SQUARE! El salon es enorme, tiene un sofa de tres plazas y un sillon, y una mesa con dos sillas. En la misma sala esta la cocina, equipada por completo como para rodar una sesion de "Come dine with me". Esto promete.

Nos metimos en la cama prontito, a ver si al dia siguiente ibamos cogiendo el horario nuevo, y no fue mal del todo: nos levantamos a las siete.

Como la nevera estaba vacia, salimos a desayunar, antes de ver donde haciamos la compra. Pasamos un monton de Starbucks llenos a reventar, con la gente haciendo colas interminables, y luego tomandose el cafe de pie, apoyados donde pueden mientras miran algo en el ordenador. Pasamos varios diners, tambien llenos, hasta que nos encontramos con el Pigalle. Una cafeteria en la esquina de la avenida 8 con la calle 48 que ofrece buffet libre por 20$. En local esta decorado como si fuera un bistro, la comida esta decente, y tienen buen surtido. Ah, y el zumo de naranja es natural.
Cuando salimos del Pigalle fuimos a dar una vuelta por las calles 45 hasta 48, entra las avenidas 8 y 11, la parte sur del barrio ahora llamado Clinton. Esto era parte de Hell's Kitchen, y algun promotor intento construir algun bloque de apartamentos decentes a ver si servia de catalizador de una ansiada "gentrificacion". Parece que de momento no termina de arrancar, aunque hay un proyecto pendiente de ponerse en marcha por la 42. En cualquier caso, es un barrio con enclaves fantasticos, especialmente al este de la avenida 11, donde abundan los edificios bajos de ladrillo en muy buen estado, salpimentados con pequeños jardines comunales.
Este que pongo aqui surgio en el año 1977, cuando unos vecinos desescombraron un solar que llevaba 24 años abandonado, y se pusieron manos a la obra y crearon un vergel en medio de la ciudad. El hombre que sale a la derecha de la fotografia estaba metido en faena podando los setos y no se si plantando algo, porque aqui la primavera llega tarde, pero ya va asomando. Al fondo del jardin hay un espacio reservado y cerrado con llave donde se guardan los aperos, y se plantan unos arreglos florales exquisitos, y al que me imagino que solo pueden acceder los voluntarios que mantienen el parque. Como premio, estos abnegados vecinos pueden traer visitas a este espacio VIP.

Continuamos hasta el Food Emporium de la avenida 8 con la calle 49. Un supermercado de buen tamaño, donde nos aprovisionamos para poder desayunar en el apartamento, preparar algun picnic, y hacerse la cena, si no tienes ganas de salir.

Si la cara es el reflejo del alma, los supermercados lo son de una sociedad, y la neoyorquina se presento sin tapujos ante nosotros. Raciones de tamaño claramente inferior a las que te encuentras en otros sitios de EEUU, pero aun asi tirando a generosas para los estandares europeos. Claro interes por los productos organicos, pero sin llegar ni de lejos a convertirse en obsesion. Generoso surtido de variantes low-cal, pero de productos que en cualquier caso van tan sobrados de azucar que con solo abrir el envoltorio se te empiezan a formar caries.

Hay que aclarar que el concepto "supermercado" como lo entiende cualquier mortal es una novedad relativa para el neoyorquino nativo. El desarrollo de las grandes superficies paso por alto la ciudad de Nueva York, por razones que desconozco, aunque sospecho que relacionadas con la proteccion del pequeño comercio. En los años 80 llego una oleada masiva de inmigrantes coreanos, que se hicieron con todo el negocio de los colmados, hasta principios de los noventa, en que se quitaron de enmedio, porque fue el tiempo que necesitaron para escalar posiciones sociales, de forma que ni los llegados en esa oleada ni sus hijos tuvieran que andar despachando todas las horas del dia, y aprovisionandose de madrugada.

Lo que vino despues no dejo grandes huellas en la memoria colectiva, salvo una percepcion generalizada de que la verduleria-ultramarinos es una tienda maloliente, con genero al limite de lo consumible, y que para lo que cuesta, mejor comer fuera o trearselo preparado de un deli.

No fue hasta acabado el siglo XX que las grandes cadenas pusieron una pica en Manhattan, abriendo timidamente unos pocos supermercados-sonda que tipicamente ofrecian llevarle a uno la compra a casa. Para mi que fue con eso con lo que abrieron la brecha: en una ciudad donde nadie tiene coche, tener que cargar con la compra semanal calle tras calle, o en transporte publico, para ahorrarte los 6$ que te cobra el repartidor, no me imagino que lo haga nadie, es que ni los de los food vouchers. Bueno, casi nadie: alguien penso que seria lindo tener una experiencia como los locales, y fuimos nosotros los que hicimos de mulas de carga atravesando Times Square, cual cabalgata de Reyes sin rey Baltasar. Y sin oro, incienso ni mirra, pero con comestibles por valor de (ejem) 274$. Leo en el recibo que a partir de 50$, entrega a domicilio gratuita y en el mismo dia. O sea, que ni los 6$ que dije antes.

Ahora claro se ha desatado una competencia por el negocio de la alimentacion, y estan Food Emporium, Fairway y FreshDirect.com peleandose por el pastel (de gran manzana, jajaja).

Despues de descargar la compra en el apartamento, nos fuimos al mercadillo de Hell's Kitchen. De camino hacia alla fuimos atravesando el Garment District, y por increible que parezca, se siguen dedicando a la confeccion. Torres enormes de rascacielos, y desde la calle se ven por las ventana los signos de lo que son talleres de textil apilados en las alturas. Increible!

En el mercadillo, montan los puestos los sabados y los domingos en la calle 39, entre las avenidas 9 y 10, y son principalmente de bisuteria, aunque tambien habia un par de libreros, de vendedores de ropa y de traficantes de fotografias antiguas que cualquiera sabe de donde habian salido. Fotos familiares de albumes de familia de hace lo menos 50 años. Todo vintage, incluyendo la bisuteria, que estaba a unos precios de H&M seccion doceañeras pero con diseños interesantes. Hasta te pueden hacer un anillo sobre la marcha, si no te ajustan bien los que tienen.
Ya apetecia hacer una parada, pero la cafeteria-terraza-technolounge que habia en la esquina donde empieza el mercadillo estaba a reventar, asi seguimos avenida 8 para arriba, pasando una buena ristra de sex-shops en clara decadencia (que se quejen las discograficas de descargas ilegales), hasta que llegamos a la Brasserie Athenee, en la esquina con la calle 46.
Solo paramos a quitarnos la sed, aunque la comida prometia. Como estaban echando baloncesto por la tele, le pregunte al vecino de barra si iba a haber partidos en el Madison Square Garden, y resulta que si, que los Knicks se juegan la liga con los Boston Celtics, y que solo habra entradas de reventa y por la friolera de 1000$. Bueno, acabo de mirar en Stub Hub, y por 184 algo tienes. Mmmmhhhh, por una final de liga, igual merece la pena! El vecino de barra estaba con su mujer, se presentaron como dos newyorkers nativos, y me desaconsejaron la reventa porque hay mucho estafador, y resulta que la mujer era medio de Bilbao, y hablaba español estupendamente. Nos tuvimos que despedir enseguida, porque ellos se iban a ver a los Rascals, y nosotros a las Sistas!

Sistas es un musical que estan representando en el St Luke's Theater, iglesia desacralizada y convertida en teatro, y que a la entrada tiene una losa con la inscripcion "St Lukas, Deutsche Lutheranische Kirche". El repertorio musical es enteramente de artistas negros, y la conquista por estos de este antiguo templo germanico se me represento como una reedicion de aquella velada legendaria de boxeo en la que Joe Louis tumbo a Max Schmerling en el primer asalto, en un negro presagio del destino que aguardaba al tercer Reich. 75 años hara pronto de aquel combate.

Volvamos con Sistas: Tres hermanas negras, junto con la hija de una de ellas, y la cuñada (blanca) de otra, se reunen para recoger las cosas de la casa de su madre recien fallecida, y tratan de elegir una cancion para el funeral. La obra empieza con una bateria de ataques contra los blancos por sus abusos del pasado y del no tan pasado por una Roberta imparable, pero poco a poco van apareciendo nuevos relieves en cada uno de los cinco personajes, que borran la sensacion incial de panfleto monocromatico. El ritmo y riqueza de los dialogos suben en paralelo con la intensidad de las canciones, y llegamos al "eleven o'clock number" cuando la jovencita hija Tamika le canta las cuarenta por telefono al malaje de su novio en forma de "Tyrone". El tipo la chuleaba infamemente, y las mujeres de la familia se encienden diciendole que le de boleto. No solo ellas, tambien el respetable se viene arriba exhortando a la chica a que le ponga las pilas. Final feliz donde no solo se deploran los abusos contra hombres y mujeres negros, sino que tambien se le pide a la moza que asuma la responsabilidad de su vida. Parece que la autora de la obra, Dorothy Marcic, se estreno con el musical "RESPECT: A musical Journey of women", pero que las mujeres negras no terminaban de conectar con la vision que Dorothy presentaba para las mujeres. Tras un periodo de investigacion exhaustiva viene esta segunda entrega, y a la vista de como responde una audiencia con un 80% de espectadores negros, parece claro que lo ha clavado.

Despues del musical, buscamos un sitio para cenar, y encontramos Above, un cafe-restaurante en el Hilton de la calle 42. Cenamos pasteles de cangrejo y filete con patatas (ojo, un New York strip steak). La comida no fue gran cosa, aunque la vista no estaba mal.

Mañana toca Villages, y si hay suerte, storytelling en The Moth.

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