martes, 30 de abril de 2013

Herald Square, Greenwich Village

Ayer 29 de abril amanecio lluvioso y con viento, mas Nieuw Amsterdam imposible, y decidimos pasarlo a resguardo haciendo unas compras. Nos acercamos al Manhattan Mall, en la calle 33 con la sexta avenida, esperando alguna cosa decente, ya que esta al ladito del Garment District. Pero los pobres estan con el agua al cuello, solo estan ocupados por locales comerciales los dos niveles del subsuelo, la planta baja y parte de la primera. Los cuatro pisos superiores vacios!

Aun asi pasamos alli un buen rato y salimos con unas pocas bolsas. Alli mismo esta Greeley Square, con una estatua del fundador del New York Herald: un Horace Greeley con rostro severo, dulcificado por los tulipanes que lo rodean y que estan en todo su esplendor.
Al otro lado de la plazoleta hay un impresionante conjunto formado con el ahora Radisson Hotel (abajo, a la derecha), edificio de estilo renacimiento frances con las inconfundibles mansardas en los pisos altos, y por el Wilson Building (en el centro, a los pies de Empire State Building), formando una elegante esquina curvada entre Broadway y la calle 33.
Seguimos calle 32 direccion oriente para adentrarnos en Korea Town a la busqueda de una peluqueria para cortarnos el pelo los dos.

El recuerdo que yo tenia de Korea Town de cuando vinimos en 2004 era diferente, y los locales que vimos ayer eran fantasticos, elegantes restaurantes, cafes super cool, y hasta una panaderia llamada Bon Jour que nos llamo la atencion, por esta repentina intrusion del galicismo en medio del lejano oriente. Entramos a ver que ofrecian, y resulta que la panaderia es francesa en el nombre y en la presentacion, pero coreana en todo lo demas. La mayoria de panes y de pasteles estaban hecho con arroz, en vez de con harina, los carteles en las estanterias estaban en ingles y en coreano, y todo el personal era coreano. Estos asiaticos no se cortan un pelo!

Justo enfrente de la panaderia habia una peluqueria en un segundo piso, subimos y nos aceptaron sin haber pedido cita. Como era de esperar, todo el personal (casi todo chicas y algun chico) llevaba el pelo teñido de colores a cada cual mas inverosimil. Ayer en Sistas le decia la negra a su cuñada blanca que "las negras tienen con su pelo el mismo tipo de relacion que las blancas con su peso", y parece que para las coreanas esa maxima tambien rige.

En una muestra mas de que "all men are equal" (y las mujeres ni te cuento), habia entre las peluqueras exactamente los mismo piques y malos rollos que se pueden presenciar diariamente en cualquier peluqeria de España o de Holanda. Todo esto ante la mirada indiferente (aunque dominante, ojo) del capo de la peluqueria, un tipo a lo Christopher Moltisanti pasado por Seul, que debia tener algo que ver en el mosqueo de dos de las chicas con una tercera.

El corte de pelo se desarrollo con una parsimonia alucinante, y la chica iba cortando el pelo en cantidades homeopaticas que iban cayendo como gotas de rocio. No se cuanto duro el proceso, pero creo que me dormi durante parte del mismo. Cuando acabo la chica de cortar, vi que tampoco habia cortado gran cosa, pero no tenia ganas de pasar alli el resto del dia, asi que pagamos y nos fuimos.

Subimos por la quinta y la sexta avenida, y nos vinimos a comer al apartamento.

Por la tarde salimos con idea de ver el storyslam en The Moth, en Bleecker con La Guardia Street. Nos entretuvimos un poco por Washington Square y alrededores, y cuando llegamos la cola parecia demasiado grande para el tamaño del local, y asi fue: tras media hora de espera, y aunque la cola habia avanzado bastante, nos quedamos sin entrar. Pero volveremos!

Nos fuimos a dar una vuelta por el Greenwich Village, y entramos a tomar algo en el Garage, en la septima avenida. Estaba tocando una banda de jazz, que se fueron al descanso justo cuando llegamos. Pero cuando volvieron... que sonido! Las paredes reventaban! El local tiene un tamaño medio, y la banda era una big band con todos sus avios, dirigida por una chica al piano.
Vale, que el Village no es ni sombra de lo que era, que se ha yuppificado, que tal y que cual, pero aun asi, que se pueda escuchar a una banda asi por el precio de una cerveza, hace que la visita siempre valga la pena.

Cuando salimos nos encontramos una tienda de cupcakes espectaculares. Hay que verlo para creerlo, y catarlo para comprobarlo: solo esta tienda debe consumir la mitad del azucar de Cuba, y de la mantequilla de Milwaukee. Glorioso.
Seguimos deambulando por la septima, y esto parece una nueva Little Italy, mucho mas autentica que la original mas al sur. Llegamos al Christopher Park, vimos la Stonewall Inn, nos cogimos el metro, y de vuelta para el apartamento.


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