25 mayo, saco la hoja fatidica de entre mis papeles. Vuelo 0642 a las 18:00. Llega la hora de despedirse. Nos levantamos despues de una velada maratoniana de empaquetar el equipaje, en la que tuvimos que estrujar hasta el limite nuestra capacidad de vision espacial para repartir todo lo que llevabamos en tres maletas para facturar, y dos bolsas de mano cada uno. Ultimo desayuno en este apartamento de la calle 44, con vistas al Lamb's Club y a los luminosos de Times Square. Pese a las goteras del jueves, le habiamos cogido cariño, y liquidamos los restos de la nevera, y el cupcake de carrot cake que nos trajimos del Village. Que rico esta, pero que bestias que son aqui los pasteleros, la mitad es cake y la mitad icing.
Liquidamos la cuenta en recepcion, esta ya todo pagado. Una parte la habiamos transferido antes de llegar, y el resto lo transferimos mientras estabamos aqui. Maravillas de la banca por internet. Nos encargamos un black car que nos lleve a JFK a las 2 pm, y salimos para nuestra rutina diaria. Es casi como vivieramos aqui, te levantas, te aseas, desayunas, y al metro. Pero en vez de ir al trabajo, hemos tenido cuatro semanas de ver cosas grandes. Hoy va a ser nuestro ultimo dia de "curro", y que mejor despedida de Manhattan que darse una pasada por Viena. Subimos en el tren 4 a la calle 86, y como el dia sigue desapacible cuando emergemos en la avenida Lexington, saltamos al 86 crosstown que pasa en ese momento. Son solo dos manzanas, pero preferimos llegar con los pies secos. Y en la esquina con la quinta avenida, nos espera una muestra de lo mejor de Viena. Que que es esto? Pues la Neue Galerie, que va a ser si no!
Es un pequeño museo dedicado al arte austriaco y aleman, y el cebo de varios cuadros de Gustav Klimt era demasiado atractivo como para resistirse. Intentamos venir en nuestro primer martes aqui, sin fijarnos en que los martes y miercoles cierran, y al final conseguimos venir, aunque fuera en nuestro ultimo dia en la ciudad. El museo se abrio en 2001, en una mansion construida en el año 1914. Por esos sarcasmos de la vida, el ultimo gran arte austriaco acaba en una mansion del año en que comenzo el hundimiento del Imperio. Que perra es la vida.
La mansion es imponente, pero no permiten sacar fotos, asi que habra que imaginarsela. En la planta baja tienen una pequeña tienda, con unos broches y unas pulseras de esmalte que ojala pudiera verlas la madre de Ana. La libreria y el cafe los mencionare despues, porque ya subimos a la planta primera, donde tienen la exposicion permanente. Efectivamente, aqui estan los Klimt, los oleos de La Bailaora, y de Adele Bloch-Bauer, y unos cuantos dibujos mas. No solo eso, tambien estan representados Oskar Kokoschka, Egon Schiele (tragica muerte a los 28 años en una epidemia de gripe, tres dias despues que su mujer, embarazada de seis meses!), Koloman Moser, Adolf Loos. Aqui pongo unas fotos que he fusilado del prospecto, para ver el original, personense en la sala.
En el ala Este tienen las pinturas, con un par de esculturas y varios relojes, mientras que el ala Oeste esta dedicado a las artes decorativas, con varios muebles diseñados por la escuela de Viena, y unas vitrinas con diversas cuberterias y servicios de ceramica y metal. Estos vieneses son los reyes del diseño. La confluencia de arte y diseño es el tema de la exposicion temporal, en la planta segunda.
Alli nos explican que Koloman Moser y Josef Hoffmann fundaron los Wiener Werkstätte, que surgieron a partir de la idea del Gesamtkunstwerk, u obra de arte total que aunara todas las formas esteticas para rodear a las personas de belleza, no solo en los museos, sino en la vida cotidiana. De ahi que en estos talleres vieneses no solo pintaran grandes cuadros, sino que tambien diseñaran muebles, joyas, cuberterias, decoracion de interiores, y hasta revistas ilustradas, como los Meggendorfer Humoristische Blätter.
El muestrario que han reunido aqui da una idea de la amplitud de miras de este grupo, reconocidamente inspirado en el Arts and Crafts Movement de Inglaterra, y esta centrado en la produccion de Koloman Moser. Este hombre es un genio, un rey Midas del diseño, parece que todo lo que sale de su estudio es una obra maestra. Segun leo, el exito de ventas fue tan arrollador, que tuvieron que abrir sucursales en Nueva York, Berlin y Zurich.
Como he dejado en el guardarropa la bolsa con todas mis cosas, voy dictando notas al movil. En la primera planta ya me recordo un vigilante que no esta permitido sacar fotos, pero en la segunda me aborda un caballero que compagina sus labores de vigilante de sala con las de filosofo jurista:
- No esta permitido sacar fotos.
- Si, claro, solo estoy dictando notas al telefono.
- Bueno, pero es que eso equivale a utilizar medios de comunicacion, algo que tampoco esta permitido.
- Pero si no estoy comunicandome con nadie, esto es lo mismo que tomar notas en una libreta!
- Vale, pero haga el favor de salir al pasillo cuando dicte.
A Ana no le hicieron gracia estas formas de tratar al visitante, asi que cuando bajamos por la primera planta, se empeño en fotografiar los oleos de Klimt, con las artes para el disimulo que la adornan, y con el resultado previsible.
- Señora, fotos no. Señora? Oiga? Pero señora, quiere guardar el telefono?
Buenisimo! Y este fue el fruto del hurto:
Como nos quedaba un poco de tiempo antes de coger el metro (o como diria el vigilante de antes "put us in a train, send us to a camp, and tell us bye-bye"), nos acercamos a ver el cafe en la planta baja. Cafe Sabarsky se llama, y como habia que hacer cola para entrar, me aceque a la tienda a ver que tenian. La tienda esta en lo que originalmente era la biblioteca de la mansion, y aqui cualquiera se pasa las tardes, los dias y los años leyendo sin salir nada mas que para ir al servicio. Que bonita! Tienen muchisimos libros de arte, en ediciones de altisima calidad, la mayoria monografias de los artistas que este museo quiere representar. Le compro un poster de Die Tänzerin a Ana, por sus desvelos guardando el sitio en la cola del cafe, que no se como lo vamos a meter en el avion, pero yo me lo llevo, y que salga el sol por Antequera.
Regreso a la cola justo antes de que nos hagan entrar, y que mano se dan los americanos para replicar ambientes. Esto es clavado a los cafes de Viena, si es que no falta ni un detalle!
Lo cierto es que si hay que hacer algun reproche, tengo que decir que el surtido de prensa deja mucho que desear, y no tienen ni un cochino ejemplar de Der Standard! Por lo demas, nos dejan boquiabiertos: el menu es de comida austriaca, y la ejecucion parece impecable, aunque como no hace tanto que hemos desayunado, lo dejamos en un par de Einspänner: doble espresso con nata montada. Al observador experto no se le escapa que, sin pedirlos, nos traen sendos vasos de agua, señal inequivoca de que bajo este pedazo de Manhattan, corre pura sangre vienesa.
Nos vamos encantados de la Neue Galerie, y con la extraña sensacion de que muchas de las cosas mas grandes que hay en Nueva York, en realidad se las han traido de Europa. Satisfechos con nuestro redescubrimiento del Mediterraneo, llegamos al hotel, donde ya casi es hora de cogerse el coche al aeropuerto.
El chofer es dominicano, y por peticion de la otra viajera, enchufa el movil a la entrada minijack del estereo, y salimos por el Queens-Midtown Tunnel a ritmo de merengue. Superando el temor a convertirnos en estatuas de sal, nos giramos para ver una vez mas la silueta de Manhattan. Es como el cuerpo de una guitarra, sinuoso en Midtown y en Downtown, y aplanado por los villages, donde el lecho rocoso es demasiado profundo como para permitir asentar rascacielos con garantias de solidez. Suena el telefono, y una chica le dice en español al conductor que ya tiene el PIN, a lo que este responde, visiblemente alterado, que esta manejando, que lo meta en la caja, y que espere instrucciones. Que coño esta pasando aqui? Esto es el hotel AKA, o la cueva de Ali Baba. Hijos de perra, y esto despues de soltarnos la cantinela de que hay americanos que miran mal a los latinos, y que mal lo ha pasado en Estados Unidos, y que duro es ser emigrante. No te jode, pues deja de choricear por los cuartos de un hotel!
Ya llegamos al JFK, terminal 4, nuevecita y reluciente. Nos acercamos al mostrador de facturacion, le entregamos los pasaportes y las tarjetas de embarque a la chica, mientras la bascula nos escruta con aire amenazante, y se nos forman perlas de sudor frio en la frente. El limite son 120 libras (54,4 kilos), enciendan la calculadora humana:
- Pimera bolsa, 28 libras.
- Segunda bolsa, 42 libras.
- Tercera bolsa, 48 libras.
Uyyyy, por los pelos! Nos hemos quedado a dos libras del limite. Que no me pesen la mochila por favor, que aqui traigo una docena de libros. La chica nos devuelve los papeles sonriente, y pasamos al control de equipajes. Fuera chaqueta, fuera cinturon, fuera portatil, fuera zapatos, y al strip-tease de las ondas milimetricas. Es denigrante, pero no tanto como la exploracion en el cuarto aparte, asi que habra que pasar por el aro. Enhorabuena, agentes de la TSA, son ustedes los sujetos mas odiados de todos los servicios publicos del pais, y no me sorprende.
El vuelo sale con un poquito de retraso, peli, cena, no pegar ojo, y al dia siguiente, malestar como de una resaca, y jet-lag durante varios dias. Pero esto, a quien le interesa? Ah, y ademas, hemos estado un mes en Manhattan. Yupiiii!!!!
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