El 23 de mayo queriamos peinar un barrio por el que solo habiamos pasado de puntillas hasta ahora: el Lower East Side. Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, este barrio era sinonimo de inmigracion, hacinamiento e insalubridad. Esto siempre ha sido una estacion de paso de las diversas oleadas de inmigrantes que iban llegando a la ciudad, alemanes, irlandeses, italianos, judios de Europa del Este, y los ultimos que pasaron por aqui parece que fueron puertorriqueños y dominicanos. La concentracion de determinadas nacionalidades lo convertia en un destino idoneo para los recien llegados, por la facilidad de tratar con compatriotas, en este pais con idioma y costumbres nuevas y desconocidas. Pero esto esta bien para los niveles mas bajos de la sociedad, y en cuanto uno puede, intenta vivir en un sitio mejor. El ascenso social llevaba sin excepcion al cambio de barrio, y a la aparicion en otras areas, muchas veces fuera de Manhattan, de nuevos enclaves de nacionalidades concretas.
Para los 70, la ciudad estaba tan machacada, que aqui no queria venir nadie a vivir, pero los que si que vinieron fueron las bandas de punk y de rock, parece que en el East Side habia una escena musical muy activa, con epicentro en el CBGB, por donde pasaron los Ramones, Patti Smith o Blondie. Claro, con tanta heroina a la vuelta de cada esquina, a quien te vas a encontrar si no?
El gran remodelador de Nueva York, Robert Moses, cambio la cara de la ciudad durante varias decadas de reformas urbanas del siglo XX, y uno de sus grandes proyectos fue la demolicion de buena parte de las infraviviendas del Lower East Side, y su sustitucion por altas torres de apartamentos separadas por zonas ajardinadas que resultan en el ambiente vecinal caracteristico de la Alemania Oriental. Pues bien, una de las ultimas atracciones turisticas en surgir en Nueva York es el Tenement Museum, o museo de los pisuchos de alquiler, para exhibir como era aquello. Alla que nos plantamos por si lo podemos ver, en Orchard Street debajo de Delancey Street, y nos dan hora para las tres de la tarde -al museo solo se puede acceder mediante visita guiada.
De esta forma nos da tiempo a darnos un garbeo de Delancey hacia arriba, entre las avenidas segunda y A. Vemos varias calles con el aspecto tradicional del barrio:
La calidad de los inmuebles mejora a ojos vista.
Nos alegran la visita los heroes de la ciudad, cuerpo al que pertenecia casi la decima parte del total de muertos el 9/11. La ciudad los adora, desde aqui nuestro homenaje particular.
Hay bastantes bares y restaurantes modernillos.
Y algun aprovechado de la fama ajena.
Nos metimos a comer en un diner de la calle East Houston, y en mala hora, casi nos envenenan! Teniamos que haber parado en el Prune, como ponian las Walking Cards (calle 1 con avenida 1). Ademas a la puerta estaba una chica sentada leyendo con tres perros (solo la chica leia, los perros escuchaban), uno de ellos un galgo chiquitillo que nos cautivo.
Se nota que nos gustan los animalejos, no? Este es un aspecto de Nueva York que nos ha encantado, la cantidad de perros que se ven por la calle. Ademas aqui los dueños se ponen muy contentos si te paras a achuchar al perro, no como en otros sitios!
Una calle mas arriba esta el Marble Cemetery, declarado Landmark, y donde estan enterrados varios notables de la ciudad. Esta es la placa conmemorativa, y ahora nos vamos a fijar en la linea sexta del texto.
Conclusion: en este mundo puede haber padres cabrones, pero el Sr. y la Sra. Fish merecen una mencion especial, porque apellidandose "Pescado", ponerle a su hijo como nombre de pila "En Conserva", deberia estar penado con un asiento junto a Belen Esteban en el infierno mas candente.
La subida por la avenida primera, que se supone es la bomba de cool, nos parece bastante cutre. Mejora un poco al pasar de la calle 7, pero por lo que yo recuerdo, la segunda avenida estaba mucho mejor a esta altura. Llegamos al parque Tompkins Square, donde te encuentras fauna de todo tipo, y volvemos hacia abajo por la Avenida A. De camino, un puestecillo con las caracteristicas flores teñidas.
Mas abajo, en la esquina con East Houston, un gran supermercado: el Union Market. Nos metemos a fisgar, y es de lo mejor que hemos visto en todas estas semanas. Tienen cuatro sucursales en Brooklyn, y solo esta en Manhattan. Nos llevamos un bote de mermelada con rubarbo, que se nos hace la boca agua de pensarlo, y este factor se impone a la consideracion del sobrepeso de equipaje, que nos tiene acongojados desde hace varios dias.
Este es el comienzo de Alphabet, el barrio que se extiende hacia el Este con las avenidas por letras, no por numeros, y este supermercado es el simbolo mas claro de lo que ha cambiado la zona, que antes era el supermercado de la droga al por mayor.
Se acerca la hora de la visita al museo, y nos vamos aproximando para no llegar tarde. Como hay tiempo, nos metemos a un cafe en la esquina de las calles Orchard y Broome. Es un barrio muy arbolado, en cada esquina hay una cafeteria, y nos cuesta decidirnos por una. Entramos a la de la esquina sureste, y parece que hemos acertado. Despues de la plancha en el diner del mediodia, nos tentamos la ropa antes de entrar en cualquier sitio!
Nos habian dicho que aqui la gente joven vive a todo trapo, aunque vaya pelada, y que eso se nota a fin de mes. Lo veo pasar delante de mis narices: las dos chicas pidiendo antes que yo se pagan cada una su cafe con tarjeta de credito! Que chungas!
Llega la hora y nos vamos al museo. En la tienda del mismo nos congrega el guia, y hacemos un pequeño sprint a la vivienda-capsula del tiempo, que esta a 20 metros, durante los que nos empapamos de rodilla para abajo, porque se ha puesto a caer el diluvio universal. El guia es un chaval jovencillo, que lleva una chapa donde pone "Tenement Educator" y su nombre debajo. El "museo" es bastante simple: este edificio se construyo en 1863, se renovo en 1907, por aplicacion de una ley que obligaba a que los edificios cumplieran la normativa del momento, no la que estaba en vigor en el momento de la edificacion, y se abandono en 1935. Hasta el año 1992 el edificio estuvo vacio, y se mantuvo, como publicitan los del propio museo, como una "capsula del tiempo" que nos teletransportaria a los años 30.
Desde entonces, viene funcionando como una maquina bien engrasada de sacarle los cuartos a incautos como el que esto escribe. Me explico: el edifico era una ruina como las que se pueden encontrar en cualquier ciudad del mundo, solo que estos golfos han decorado un par de cuartos con cachivaches del Rastro, han redactado un guion bastante simplista con las vidas de dos generaciones de inmigrantes que supuestamente pasaron por aqui, y te plantan un "educador" para contarte el guion, darle un poco de entidad a la visita e intentar justificar los 22 dolares que te cobran por entrada. En serio, te enseñan solo una planta, con la mitad de cuartos "redecorados", y la otra mitad en pelotas. No dejan sacar fotos, pero veo en internet que la gente pasa, asi que aqui copio una, y le ahorro una pasta a los que lean este blog:
El unico consuelo fue que nuestro "educador" era tan memo, tan desinformado, y al mismo tiempo soltaba sus mostrencadas con tal solemnidad, que resultaba extremadamente comico. Es que era la viva imagen de Ali G, diciendo chorradas con una cara muy seria, y observando a sus "educandos" con pose de catedratico de mecanica cuantica! Tras despedirnos de este peculiar maestro Ciruela, nos refugiamos en la tienda del museo, porque seguia lloviendo con fuerza, y porque tienen una seleccion de libros bastante decente. Si alguien viene por aqui, ya sabe: tienda, si; museo, no.
Volvimos al apartamento a dejar las compras, porque queriamos volver a salir por la tarde. Y al entrar en el apartamento, casi tenemos que volver a abrir el paraguas! Estamos en un piso alto, y como llevaba todo el dia lloviendo a mares, se habian formado unas goteras enormes, el agua caia generosamente, y toda la parte cerca de las ventanas estaba inundada. La alfombra tambien estaba empapada. Nos pusimos corriendo a repartir papeleras, cazuelas y lo que pillamos para recoger el agua y evitar que se extendiera la inundacion. Avisamos a recepcion, que parece que no sabian muy bien que hacer, y nos ofrecieron cambiarnos de habitacion, pero como solo nos quedaban dos noches, y despues de tanto tiempo iba a ser una mudanza considerable, preferimos quedarnos en el mismo apartamento, y aguantar el chaparron. Mandaron a secar el agua y limpiar lo que fuera posible, y ya con la situacion bajo control, volvimos al metro para regresar al Lower East Side, con la intencion de ver comedia de verdad, no las payasadas involuntarias del educador de antes.
Habia Storytelling de The Moth en una libreria de la calle Crosby. Ya intentamos ir a otra actuacion parecida la primera semana, pero cuando llegamos la cola era enorme y nos quedamos sin entradas. Esta vez habiamos aprendido de nuestros errores, y pensabamos llegar con mas tiempo, pero con los contratiempos de la inundacion se nos hizo tarde, y nos dieron la cornada en el mismo sitio por segunda vez.
Echamos a andar en direccion al Greenwich Village, que por alli siempre se cuece algo, y de camino hacia alla vimos una tienda de animales con un monton de perros dentro -pero mayores, no cachorros. Nos llamo la atencion y entramos a ver que pasaba, y resulta que era una guarderia de perros! Los dueños los dejan no se en que circunstancias, y entonces los meten segun el tamaño en el espacio de perros pequeños, o en el de perros grandes, y se pasan ahi la tarde bajo la vigilancia del Encantador de Perros de turno, que se ocupa de que no se monten peleas. Los pobres se quedan mirando por la ventana cada vez que viene alguien, con cara de "a mi cuando vienen a recogerme?" Aparecio una chica que venia por el suyo, y cuando lo sacaron se puso como loco de contento, y los que quedaban presos se hundian un poco mas en su melancolia.
Se da la circunstancia de que esta perrera comparte edificio con un negocio chino de suministros para restaurantes. Yo creo que mas de un chino, al entrar, debe pensar que esto es como los restaurantes de langosta, que eliges una del tanque a la entrada, y luego te la cocinan y te la sirven...
Seguimos deambulando por la calle Bleecker, paramos a comprar unas laminas muy chulas en una tienda de posters, y seguimos por Washington Square. Que bonita es esta plaza! Ademas, en una de las casas de la fila georgiana que hay al Norte, John dos Passos escribio Manhattan Transfer. Casi na'!
Seguimos hacia el Oeste, sin rumbo fijo, y entramos en una tienda de ropa, triunfamos los dos, y continuamos a ver si parabamos a tomar algo. Oimos musica cerca, y encontramos su origen en un bar chiquitito, con unos sillones como los de la casa de un amigo, y una extensa seleccion de cervezas locales (y no me refiero al catalogo de Bud y Coors y sus dieciocho variantes de mas a mucho mas aguachirlada).
Esta tocando un trio de tambor, contrabajo y saxo, que a veces da el cambiazo y saca un clarinete. Terminan la actuacion, y el dueño les premia con unos bocadillos a la plancha. Como tambien nos vamos a ir, me acerco a la barra a pedir la cuenta. Los chavales estudian musica en la NYU aqui al lado, charlamos del arte que tienen, y como se estan tomando los bocatas con agua del grifo, les ofrezco una ronda, que aceptan encantados. Que gustazo, por que poquito dinero se puede uno sentir como un Medici!
Despues intentamos ir al Village Vanguard, pero esta el aforo ya completo, asi que desistimos y nos retiramos a nuestra pecera, perdon, nuestro apartamento. Antes de bajar al metro, nos aprovisionamos en la pasteleria de la septima avenida que ya visitamos anteriormente (las penas con cupcake son menos).
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