Los sabados hay mercado de frutas y verduras en Union Square, asi que aprovechamos el 18 de mayo para ver que pinta tenia. Salimos del metro por la parte Oeste de la plaza, dandonos de manos a boca con estas preciosidades.
La segunda tiene el valor estetico de la verdad sin tapujos.
La plaza esta siempre esta muy animada, y a pesar de que estaba el dia nublado, en el mercado estaban ya puestos los tenderetes, con unos cuantos compradores y otros pocos incautos que, como nosotros, se creyeron la prevision de que por la tarde saldria el sol. El genero es estupendo, aunque los precios no me parecieron tan competitivos como para merecer la pena venirse expresamente el sabado por la mañana. Pero claro, que sabemos nosotros!
Nos cogimos un scone de arandanos, que estaba de escandalo, y otro de calabaza, que estaba rico a secas. Nos acordamos, como no, de los scones de nuestra amiga neozelandesa. Como los echamos de menos!
Hoy queriamos hacernos un recorrido importante, bajando por Bowery hasta Little Italy y Chinatown, pasando por Nolita y el Soho. De camino entramos en la Grace Church, uno de los highlights que jalonan Broadway, joya del neogotico de mediados del siglo XIX. Es una iglesia pequeñita y acogedora, aunque la placa de alguna bancada nos traiga malos recuerdos.
Atencion a la foto anterior: lo representativo son las tiendas, no la chatarra aparcada delante.
Aunque estabamos aun llenos de los scones de antes, no pudimos resistirnos a una taqueria genuinamente mejicana, instalada en un garaje reconvertido, y que despachaba comida desde una furgoneta descapotable.
Como se puede ver, si nadie se anima a edificar un solar, en seguida montan un aparcamiento, y si no les gusta el hueco, lo rellenan con cualquier cosa.
Al cruzar la calle Canal, entramos de sopeton en Chinatown. Ya de lejos se huele, porque los chinos llevan consigo ese olor caracteristico de su cocina alla donde vayan, y esta pequeña China si que es de verdad! Nos impacto menos que la primera vez, y los tanques de pescado vivo ya no dan la grima de verlos a los pobres literalmente como sardinas en lata, ahora tienen un poquito mas de espacio para cada uno. El pato laqueado, omnipresente.
Volvemos a cruzar Canal Street. Quien diria que esto eran los Five Points de Gangs of New York, el peor poblado del mundo, en su dia.
Me llama la atencion la concentracion de edificios con fachada de hierro y construccion de ladrillo. Si, como suena, la ornamentacion es de hierro colado, que una vez que se tiene el molde, sale mas barato de fabricar.
Este sistema les costo muchos disgustos a los constructores del siglo XIX, ya que el hierro no aguanta altas temperaturas, y los edificios se desplomaban en caso de incendio. Se les ocurrio proteger las estructuras de hierro con historiadas decoraciones en terracota, que quedan preciosos, cuando vea un ejemplo, lo retratare (en Downtown hay varios).
Como llevaba toda la tarde lloviendo, y por la noche habia plan, nos fuimos al apartamento a echar una siesta, que sienta de miedo.
A las ocho teniamos entradas para Glee! Los dos somos seguidores de la serie (Gleecks, creo que los llaman), y en el Lincoln Center anunciaban la actuacion del club correspondiente de la Universidad de Michigan. No sabiamos exactamente como iba ser aquello, pero no queriamos dejar pasar la ocasion de ver un grupo como el de la tele en vivo, y como no era muy caro, alla que nos fuimos.
El Lincoln es un complejo de las artes escenicas con teatros y escenarios para todos los gustos, y como aqui sobran filantropos, cada sector tiene el nombre de su benefactor principal. Al loro con la taxonomia de la entrada para Glee: Lincoln Center, Alice Tully Hall, Starr Theater, Adrienne Arsht Stage. Arsa!
Teniamos asientos en Orchestra (o sea, platea), con buena visibilidad, para una sala 3/4 llena. Asi era la vista:
Nada que ver con el Glee de la tele! Esto era el University of Michigan Men's Glee Club, coro masculino, casi 60 voces de tenores, baritonos y bajos. El tema de la noche era "Canciones de America", y la mayoria fueron de Norteamerica, aunque tambien se oyo musica peruana en español, y en alguna lengua india (discupen mi ignorancia, no se distinguirlas unas de otras). Como se les da a los americanos la cosa epica: estaban cantando We Rise Again, y en un momento dado, parte del coro subio por los laterales de la sala, envolviendo al publico con unos vozarrones impresionantes. Me rio del Surround Sound, el Home Theater y los sucedaneos varios, this is the real thing! El climax patriotico nos lo dejo el Battle Hymn of the Republic, que de escucharlo, hasta un frances se presentaria en la oficina de inmigracion mas cercana a pedir un pasaporte americano.
El coro tiene autenticas figuras de la cancion, cada uno dedicado a estudiar sus cosas, pero que se toman sus aficiones muy en serio, y con la suerte de estar en un sistema educativo empeñado en descubrir y explotar los talentos que cada uno pueda tener. Que diferencia con otros sistemas de enseñanza, donde el enfasis se pone en que lo mas importante es saber reirse de uno mismo!
Tambien aparecieron los Riddlers, seccion de elite del coro de la Avon Old Farms School. Se adelanto un chico rubio a hacer un solo que nos dejo extasiados. No te vayas, rubiales, queremos mas! Todo el concierto fue sin amplificacion, a viva voz, a veces con un poquito de musica para acompañar, otras en plan gregoriano. Ana penso en como le gustaria a su padre estar ahi arriba dandolo todo!
Aparecio varias veces un venerable tenor con 49 años de carrera a sus espaldas, y que fue el primer afroamericano en tener papeles principales en la Metropolitan Opera: George Shirley. El concierto fue muy variado, pero fue una pena que no conocieramos muchas de las canciones -el folklore nacional es abundante, y cuidado con cariño.
En el descanso me meti a la Juilliard School, que esta justo al lado. Es una escuela de artes interpretativas, y tienen dos teatros que serian propios de una capital europea, en los que muchos dias por la noche actuan los alumnos (veo en su pagina web que tienen cuatro teatros mas!). Buen plan para pasar una tarde low cost, porque la entrada para la mayoria de estos recitales es gratuita.
Hacia el final del concierto de Glee, subio al escenario un grupo de ex-alumnos, que tambien habian cantado en el coro, y entonaron el cantico de guerra de la universidad. Un monton de los espectadores se lo sabian, y hasta alzaban el puño (en plan uno de mayo) en momentos puntuales, con sincronizacion total, no se si porque eran todos ex-alumnos, o porque ese cantico en concreto es un megahit.
Salimos con destino a Central Park South, la calle que bordea el parque por abajo. Destino Marea -recuerden este nombre. Es un restaurante italiano especializado en pescado, y si lo he mencionado en el titulo de este post, es porque cenar alli es una experiencia memorable. Por suerte me aceptaron una reserva justo antes de entrar al concierto, porque cuando llegamos estaba todo ocupado, y habia bastante gente esperando en el bar, a ver si tenian suerte y quedaba una mesa libre (la foto es de cuando salimos, claro).
Clientela bien vestida, pero si uno tiene el descuido de no ponerse chaqueta y/o corbata, se lo pasan por alto con deportividad. Lo que mas le llama a uno la atencion es el ambiente desenfadado que hay: en una mesa celebran un cumpleaños, se ponen los gorritos de carton y le cantan al agraciado; en otra, tres parejas que ya van a las cuatro patas se carcajean sonoramente de las coñas que hace el mas viejo. Esto solo puede pasar en Estados Unidos, donde el principio de movilidad social significa que el que triunfa se gasta el dinero como le de la gana, y al que no le guste que no mire. Ya lo anuncio Tony Montana en su jacuzzi de Miami hace 30 años: "I work hard for this". En cualquier restaurante con dos estrellas Michelin en Europa, seria todo mucho mas almidonado.
Me vienen a la cabeza los restaurante de aquellas primeras oleadas de italianos de hace dos siglos, como los que vimos hoy por la mañana, y lo comparo con este templo culinario, y tengo que pensar "you've come a long way, baby". La carta es para verla, combinaciones que solo se le pueden ocurrir a un italiano, pero que como resulten, nos ponen en orbita.
Y resultan, resultan. Pasta con erizos, ten points. Bogavante con sepia y polenta, dix points. Risotto con langosta y erizo, tien punten. Ippoglosso con salsa verde, neun Punkte. Ojala pueda venir un dia mi amigo el enamorado de Italia (vivan los novios!), que se iba a poner lindo. El postre de chocolate, a Ana la volvio loca, a mi no me parecio para tanto, pero como se lo alabo con tanto enfasis al camarero, a la salida nos habian dejado dos madalenas de maiz, de parte del chef de pasteleria. Para el desayuno! De esta cena nos vamos a acordar mucho tiempo, y sin que sirva de precedente, ahi va la cuña pubilicitaria: Marea, 240 Central Park S, New York, NY 10019, tel. (212) 582-5100.
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